Skip to main content

La editorial SM me ha pedido que actualice los textos de educación en valores de primaria para adecuarlos a la nueva programación. El tema más delicado es el de la educación afectivo-sexual. ¿Qué debe saber sobre sexualidad un niño o una niña de doce años? ¿Quién debe decidirlo? Da la impresión de que los adultos no tenemos claro este asunto y estamos contagiando nuestra confusión a los niños. Hace unas décadas, el tema conflictivo eran las relaciones prematrimoniales, el uso de la píldora o de los preservativos y la masturbación. Cuando estos temas se pacificaron, aparecieron los problemas de la aceptación social y jurídica de las diferentes orientaciones sexuales y del matrimonio homosexual. El reconocimiento de sus derechos pareció resolver el problema, aunque no han desaparecido los rechazos homófobos. En este momento, la presión se ejerce para que se introduzcan temas de identidad de género, transexualidad y transgénero. Así como en las oleadas anteriores se atacaba a un sedicente “lobby gay”, ahora se hace lo mismo con un supuesto “lobby queer”.

Una vez más, la escuela no puede inhibirse, pero ¿está en condiciones de no hacerlo? Es verdad que los niños con orientaciones o identidades sexuales diferentes pueden sufrir discriminaciones dolorosas e injustas, pero ¿cuál es la mejor solución para evitarlas, sin suscitar en otros niños preocupaciones precoces?

La escuela no puede inhibirse, pero ¿está en condiciones de no hacerlo?

El gobierno escocés en agosto del pasado año admitió que desde la entrada en primaria los alumnos tuvieran la posibilidad de cambiar de nombre y de genero en la escuela sin consentimiento de sus padres. Sin consentimiento e incluso sin que sean informados de que el niño ha hecho esa petición. ¿Es una buena solución? En Francia se ha creado el Observatorio sobre los discursos ideológicos sobre la infancia y la adolescencia. También en Francia, cincuenta expertos en psicología y psiquiatría infantil han escrito pidiendo “que se deje tranquilos a nuestros niños en la construcción de su identidad y que no se perturbe su proceso con directivas que introducen lo político en las redes”. Caroline Eliacheff y Celine Masson han publicado La Fabrique del’enfant transgenre, para denunciar esta presión. En EEUU, Lisa Littmann ha denunciado el inquietante aumento, sobre todo en niñas, de la “disforia de género de desencadenamiento rápido”, es decir, sin signos precursores, que se puede relacionar con la entrada en redes sociales trans. En España, hay movimientos en contra de esta presión como “Docentes feministas por la coeducación”. Silvia Carrasco ha escrito sobre “la penetración de las creencias transgeneristas en la escuela”, y recientemente José Errasti y Marino Pérez Alvarez, profesores de la Universidad de Oviedo, han publicado Nadie nace en un cuerpo equivocado (Deusto, 2022), en el que dedican un capítulo a la “infancia trans”. “Un nuevo problema -escribe. Amenaza cada vez más a la infancia y la adolescencia de cientos de miles de individuos en los últimos diez años: la disforia de género”. Las peticiones de niñas para someterse a tratamientos transicionales se han disparado. En el Reino Unido, de 40 niñas hace nueve años se ha pasado a 1806. El de niños, de 56 a 713. En Suecia se habla de un aumento del 1500%. España sigue tendencias parecidas. Desde la Unidad de Transexualidad e identidad de Genero del Hospital de Málaga, reclaman prudencia y recuerdan que, con el desarrollo y la pubertad, los problemas de identidad sexual desaparecen, siendo solo un 15% de quien inician esos procesos los que derivan en casos de transexualidad. Los casos de “vuelta atrás” parecen aumentar. Parece necesario un llamamiento a la prudencia. En 2020, Finlandia ha modificado su política a fin de privilegiar las intervenciones psicológicas antes del tratamiento medico. En Suecia, el hospital Karolinska ha prohibido la administración de bloqueantes de la pubertad y de hormonas sexuales antagonistas a menores de 16 años.

En el tema de la educación sexual, muchos padres desconfían del sistema educativo, pero, tampoco saben cómo realizarla ellos.

La escuela, una vez más es el rompeolas de los problemas y malestares sociales. Hay un enfrentamiento de posturas que acaban traduciéndose en posicionamientos políticos, en dogmatismos de un sesgo de otro, que deberíamos aclarar para proteger a la escuela de ideologías (hasta donde sea posible). En el tema de la educación sexual, muchos padres desconfían del sistema educativo, pero, tampoco saben como realizarla ellos. Internet y la conversación entre iguales están siendo las grandes educadoras de nuestra infancia en esto temas. El consumo de pornografía comienza a los doce años. Hay voces que recomiendan introducir una educación escolar para el buen uso de la pornografía. ¿Es posible aclarar este embrollo? ¿De quién podemos fiarnos?

Para intentar recoger la complejidad de la situación, y como ayuda a la navegación, preparo para el próximo Panóptico, un MAPA ACTUALIZADO DE LA SEXUALIDAD.