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Robert Sternberg, uno de los grandes estudiosos de la inteligencia humana, dirigió un libro titulado Por qué las personas inteligentes pueden ser tan estúpidas. Buen tema. Ya saben que sueño con una “inmunología cultural”, capaz de inventar una vacuna contra la estupidez. La guerra de Ucrania es una prueba evidente de que no aprendemos. En Biografía de la inhumanidadun esbozo de esa inmunología- alerté contra la precariedad de nuestro progreso. La humanidad sufre periódicamente colapsos éticos que hacen emerger la atrocidad.

Encuentro en dos libros de Thomas Piketty ideas parecidas a las que defiendo en el Panóptico. Enfrentado a las disfunciones del mundo actual, piensa que “la experiencia histórica es el gran antídoto”.  (Capital e ideología, p.20). Deberíamos ver las trayectorias políticas nacionales como “un gigantesco proceso de experimentación histórica y de aprendizaje colectivo”. Para lograrlo, debemos “confrontar minuciosamente las experiencias históricas que proceden de países, áreas culturales y civilizaciones diferentes, explotando de la forma más sistemática posible las fuentes disponibles”. Este enfoque “comparativo, histórico y transnacional” es el que sigue en Capital e ideología (2019), que pretende ser una “aportación minúscula a un vasto proceso de aprendizaje colectivo” (p.20)

En Una breve historia de la igualdad (2021) vuelve a insistir en la necesidad de aprender de la historia. “Por desgracia, el proceso de aprendizaje colectivo sobre instituciones justas se ve a menudo debilitado por la amnesia histórica, el nacionalismo intelectual y la compartimentación del conocimiento. Para que la tendencia hacia la igualdad siga su curso, es urgente volver a la historia y trascender las fronteras nacionales y disciplinarias”. Cita elogiosamente a Pommeranz, Braudel, Wallerstein, y Beckert (autor de una formidable historia del algodón).

Como aplicación del Panóptico trabajo en el diseño de una asignatura, denominada Ciencia de la evolución de las culturas, que a mi juicio debería impartirse en todos los cursos de enseñanza primaria y secundaria, y en el primer curso de las carreras universitarias.

Para mejorar hacen falta “procesos de aprendizaje”. Los problemas son de tal complejidad que “solo pueden superarse recurriendo a la historia, a la difusión del conocimiento, a la deliberación y a la confrontación de puntos de vista” (p. 22). Pone un ejemplo inquietante: “Sin la presión de la URSS y del movimiento comunista internacional, no es en absoluto seguro que las clases dirigentes occidentales hubieran aceptado la seguridad social y la fiscalidad progresiva, la descolonización y los derechos civiles (23). Puesto que la dictadura soviética fue cruelmente destructiva, ¿no hubiera sido posible tomar esas decisiones que ahora vemos justas sin necesidad de trágicas presiones exteriores?

Los dos libros de Piketty refuerzan mi idea de que debemos incluir este tipo de conocimientos en nuestro sistema educativo. Como aplicación de El Panóptico trabajo en el diseño de una asignatura, denominada Ciencia de la evolución de las culturas, que a mi juicio debería impartirse en todos los cursos de enseñanza primaria y secundaria, y en el primer curso de las carreras universitarias. Integraría todas las disciplinas que ahora consideramos humanistas, articulándolas desde un punto de vista “evolutivo, comparativo y transnacional”. Recogería la experiencia de la humanidad, su lucha por resolver problemas, su constante y errática búsqueda de la felicidad, y serviría, espero, como vacuna contra la estupidez (es decir, contra la violencia, la injusticia, la crueldad, los colapsos éticos, en una palabra, la atrocidad).