Skip to main content

En este momento hay mucha gente que teme una posible fecha: la del comienzo de la Tercera Guerra Mundial. Temo más la llegada de otra más probable: el día en que perdamos el interés por Ucrania. Desconfío de las explosiones emocionales. En este momento, todo el mundo estaría dispuesto a ayudar a los refugiados. Pero esas conmociones suelen ser, como se decía antes, “hervor de chocolatera”.

 

“Desconfío de las explosiones emocionales”

Nos acostumbramos a todo. Lo importante es perseverar, y eso no depende de las emociones sino de los hábitos morales.  Rousseau valoraba mucho la compasión, pero cuando dejaba de ser un sentimiento y se convertía en un deber. ¿Recuerdan ustedes la ola de gratitud que nos hacía asomarnos a los balcones para aplaudir a los sanitarios? Acabo de leer que las agresiones a sanitarios están aumentando de una manera exagerada. ¿Qué fue de esa gratitud? Se cansó. ¿Qué pasará con Ucrania? Que nuestro contacto con ella se da en formato espectáculo televisivo, y todo espectáculo acaba aburriendo. Nuestro interés puede durar mientras dure nuestro miedo a que la guerra nos afecte, pero ese es un sentimiento conejuno. Creo que los sentimientos adecuados -y duraderos- son la indignación y la repugnancia. La indignación es la furia que despierta la visión de la injusticia o de la crueldad. La repugnancia es la experiencia de algo cuya presencia no podemos soportar y queremos expulsar de nuestra vida. El asco es un sentimiento muy poderoso, que deberíamos cultivar.