La siguiente tarea para el Club de escritores va a ser escribir un relato colectivo. Nos gustaría que nos enviaran comienzos de un relato, como máximo de cincuenta palabras, y someteremos a votación para ver cual parece más interesante a nuestros escuchantes. A partir de ese texto elegido en cada programa pediré una continuación que también someteremos a votación. Al final resultará un relato que nadie habrá escrito y que todos habremos escrito. ¿Qué les parece?
Primera fase. Comienzo del relato
Durante esta semana empezaremos con el inicio del relato. Debe ser un texto de cincuenta palabras como máximo, tenéis una semana para enviarlo a través de los comentarios a este post. También podéis ir votando a partir de hoy el relato que mas os guste. Publicaremos el texto ganador en mi web y en redes sociales la próxima semana.
La pena me ahogaba ,lloré, se acerco a mi y preguntó ¿vale la pena?
Un anciano, con unas manos muy estropeadas por el trabajo de toda una vida, encontró en un mercadillo, dentro de un viejo libro, una carta amarillenta por los años. Él no sabía leer, pero le conmovieron los trazos de las palabras de la carta, y por ello la compró.
Por fin se escuchó un llanto en la otra habitación. Ella intentaba adivinar si correspondia a un niño o a una niña.
Transcurrieron largos minutos. La espera trajo algunas voces. Vislumbró el sonido de unos pasos. Su tía le cogió la manita. Aquella mañana de primavera lo cambiaría todo.
«¿Por qué no aprendo a organizarme mejor? Al final, voy siempre a la carrera, da igual la hora a la que me levante que siempre me entretengo en algo…». Cristina iba engullida en sus pensamientos, esperando a que el semáforo le cediera el paso a los peatones; vio su imagen reflejada en la puerta de un autobús…
«¿Por qué no aprendo a organizarme mejor? Al final, voy siempre a la carrera, da igual la hora a la que me levante que siempre me entretengo en algo…». Cristina iba engullida en sus pensamientos, esperando a que el semáforo le cediera el paso a los peatones; vio su imagen reflejada en la puerta de un autobús…
Hola, me gusta este inicio tan abierto. Además me identifico mucho con la primera frase, je,je,
¡ Quieto parao ! Gritó al conductor de la excavadora Agustin ,jefe en las obras cercanas a la estación de tren de Campotorre . Quedaron al aire unos huesos , a primera vista de un cadaver,sin saber qué hacer en un principio ,decidieron finalmente llamar a la policia y ahí empezó el misterio
«Aquí estoy, mi primera vez. Y, como todos dicen, con mariposas en el estómago. Bueno, realmente más que mariposas tengo un nudo, un estrangulamiento… Espero empezar pronto o creo que entraré en un ataque de ansiedad directamente.»
Acunándome tranquila en el sofá orejero, rodeada de cascotes y cristales rotos, sostenía entre los brazos aquel milagro alumbrado hacía apenas tres días.
Contemplé abstraída cómo su diminuta boca succionaba, ávida, de mi pecho henchido y caí en un sueño ligero, tibio.
Al abrir los ojos, mi bebé, había desaparecido.
Después busqué el pueblo, pero no aparece en ningún mapa. Está al norte, perdido entre las montañas. Su único acceso es una vieja carretera comarcal que muere allí mismo. Está deshabitado; no hay más vida que los hierbajos que invaden casas y tejados, hundidos por el tiempo y la lluvia.
Fue Manuel quien contestó al teléfono. De la oficina de Objetos Perdidos de los autobuses urbanos de Santander. ‘Hola Manuel, soy la señora extranjera que habló con usted hace un momento… Por el móvil de mi marido, que se le haya podido caer en el autobús. Figúrese lo que ha pasado…….
Elsie se llamaba. Por su abuela Elisabeth. Tuvo aquel sueño más de una vez; como si fuese una repetición de algo recordado de antaño, de un pasado que no le pertenecía. Pero era ella, transformada en un ser sin solidez, una criatura tan ligera que las alas la levantaban de la tierra, volando …
La pierna rota, el casco intacto, el motorista yacía sangrando en medio de la carretera. Su moto, de gran cilindrada, había acabado en un banco, las maderas astilladas. Saltó de su coche el médico mientras la conductora del coche causante del atropello, presa del pánico…
OTRA HISTORIA INTERMINABLE
Su afición por los viajecitos interplanetarios apareció precozmente.
La cuna se le quedaba aburrida.
A veces estaba … a veces no …
Volvía siempre por hambre … ¡sabía que mamá le esperaba!
Pronto, sus padres, supieron con dolor, que llegaría la temida separación necesaria, hacia un destino elegido salvador.
No podía con aquella imagen.
Aquella no era yo. Rugí como loba encerrada en una jaula.
Tiré el espejo que me ofrecía el cirujano al suelo. En sus añicos podía ver cada cascote, oír cada gemido, mascar el polvo que era mi boca.
Quede muy extrañada al llegar y comprobar, no estaba el letrero que todos los días, colgaba sobre la puerta de entrada; en el reloj de la plaza sonaban en ese momento once campanadas.
Aquella fotografía de la revista, fue el punto y aparte de mi vida. Era hora de coger el petate. Nunca mejor dicho lo de petate, era el mismo en el que nos habían enviado los objetos personales de mi hermana, cuando fuimos al aeropuerto a recoger su cadáver.
¡¡Hoy es el gran día!!
Un día antes vendió su coche. Sin levantar sospecha alguna, con mucha valentía, una maleta y sus dos hijas, dejaría atrás todo lo horriblemente vivido.
Antes de subir al barco, con el corazón a mil, unos gritos de lejos la paralizaron.
¡¡No puede irte!!! Nooooo
Pocas palabras que dicen mucho. Gran relato . Puede dar muchas interpretacions todos relacionades con problemas personals graves.
Era una mañana de domingo, otoño de 1970. Ya no llovía, abrí los ojos y oí a mamá en el jardín.
Salté de la cama para ir en su busca, pero… Una mano me sujetó tras la puerta de salida, una amenaza ahogo mi grito, no podía avisar a mamá…
Era primavera. Estaba enfadada, aunque no recuerdo el motivo, cuando vi a aquel hombre que, sentado en su coche esperando que el semáforo cambiará, lloraba como no he visto llorar a nadie.
Han pasado los años aún pienso en él y me pregunto
¿Qué le estaría causando tanto dolor ?
Parece interesante ese comienzo
Siempre he pensado que tenía que escribir esta historia, pero al sentarme delante de un papel, las palabras que tan fácilmente venían a mi mente cuando intentaba conciliar el sueño, se desvanecían, me quedaba en blanco como el papel que esperaba expectante los trazos azules de la tinta del bolígrafo.
EL VENDEDOR
Tras escampar la lluvia torrencial, el agua bajaba todavía con fuerza por las empinadas calles de Guanajuato, cuando ya escuché, como todas las tardes, el chirrido de la bicicleta de Rubén.
Rubén es un niño que vende boniatos, nopales y plátanos calentitos en el barrio, su gesto es serio……
– ¿Por qué no te atreves a decírselo?- dijo Lucía intentando que él comprendiese la necesidad de que Alfonso debía saberlo.
– Tú lo ves todo muy fácil, siempre has alardeado de tomar decisiones rápidas, pero sabes que a veces no te ha salido la jugada como esperabas..- respondió Miguel…
CONTINUARÁ…
La ansiedad no le daba tregua y le mantenía insomne muchas horas de las infinitas noches. En esa semana decisiva le atormentaba la imposibilidad material de finalizar un análisis financiero, de cuyo concluyente resultado y una hipotética transacción posterior dependía el futuro de la empresa donde crucificaba sus mejores años.
El pistón de su vieja Guzzi le dio el calor que necesitaba para aliviar sus manos.
La montaña le recibía con un viento del sur que alejaba las nubes y con ellas sonido de los cencerros.
Hoy sería difícil encontrar el ganado.
Habían empezado por echarse a andar en aquella Roma fabulosa, dejándose llevar por lo auspicios de la noche,acatando itinerarios que ellos mismos improvisaban,aunque bien conocían lo que ordenaban las guías turísticas. Se detuvieron varias veces, en lugares poco iluminados, para besarse, para detenerse más en ellos, que en los lugares soñados. Ignorantes que, bastante tiempo después, aquellas delicadezas, se borraría, como las estelas que los aviones dejan, y la ciudad seguiría siendo eternamente, Eterna. (Continuación )
Era un dia de lluvia, como otro cualquiera. Al fin y al cabo, ya se sabe que en el norte siempre llueve. Pero hoy era un día diferente. La lluvia no era triste, como otras veces. Hoy, no sabía bien si a pesar de o precisamente por ella, era un día feliz. Por fin lo iba a lograr.
«Entré utilizando una de las tres puertas de acceso y me planté ante una de
las ventanillas de aquella inmensa sala. Saqué del bolsillo del vaquero
cuarenta mil pesetas regaladas por mi madre tiempo atrás y dormidas en un
abrigo hasta esa mañana. Quedaba una semana para cambiarlas por euros.»
Eric agonizaba en sus brazos. Su casi metro noventa parecía haber menguado. Estaba molido a palos, y quizá por eso abultaba menos. Apenas se movía. Inerte, miraba a Laura como justificando su propia muerte. Laura había llegado al bar una hora antes de lo acostumbrado; Chang la había llamado llorando
Abrazar la guerra.
Había tomado una decisión, tenía que volver a Kiev. Sentía que solamente así, podría cerrar el agujero negro que se abría cada vez que veía las noticias de los bombardeos sobre hospitales, centros oficiales donde se refugiaban niños, mujeres y …
Se había equivocado, pensó que lo mejor era marchar de tanto horror y muerte. Ahora comprendía que su lugar estaba allí, ayudando en la lucha, como quiera que ella pudiera ayudar…
En la calle, el viento azotaba las palmeras con una furia inusual. A través de la ventana divisó una bolsa vacía que se elevó hasta hacerse un pequeño punto en el cielo. Hoy tampoco saldría, se aferró con furia al cinturón de su bata azul ajada por el uso.
Recogiendo las redes algo llama mi atención.
Entre los peces sobresale una botella de cristal conteniendo lo que parece un papel enrollado.
Curioso lo extraigo y leo una dirección de correo electrónico acompañando al siguiente mensaje:
-Dame una razón para seguir viviendo.
Carmen vivía al pie del barranco. Detrás de su casa existía un muro de piedra que invitaba a descansar. Ella solía sentarse allí, esperando con una jarra de agua fresca para ofrecerle, casi todos los días, cuando bajaba sediento, ladera abajo.
Es buena
Llegó, como cada noche desde hacía meses, con su vida atropellada a cuestas, desparramando esta con todo su contenido a lo largo de un sofá añoso que no podía evitar estremecerse con el impacto.
Le odio. Es un cabrón al que deseo la muerte desde hace 20 años y ahora… ahora le tengo pena.
Perdió su poder, sólo es un pobre hombre atrapado, en qué se yo qué laberinto, y patético. Ahora el control lo tengo yo y voy a empezar a ejercerlo…
Una desapacible mañana de invierno, hace ya tiempo, recibí una tarjeta postal que reflejaba un paisaje hasta cierto punto inconveniente: de tan insultantemente repleto de sol y playas como se mostraba. En el reverso de las doradas arenas y de las cristalinas aguas, alguien había redactado un texto ciertamente extravagante….
La mochila era pesada, lo sabía, aunque solo llevaba lo imprescindible para esta emocionante aventura que, cada año, esperaba con ilusión. Repasó una y otra vez su lista. No le faltaba nada. Así que se relajó y se fue a la cama a dormir. Necesitaba ir descansada a aquella aventura.
En una noche oscura. Se acercaba a una aldea, oscura, y casi derruida. El viejo reloj de la destartalada torre daba las doce.
De repente divisó una serie de estrellas brillantes que surgían delante de él. Sintió la necesidad de seguirlas.
El camino era empinado y con muchas piedras….
El bosque, húmedo de rocío, despertaba tras una noche inquieta. La bruma se arrastraba entre los troncos de los árboles y la hierba -lavada, limpia, nueva- relucía con las primeras luces. Con los pies descalzos, la muchacha caminaba ajena a todo, perdida la mirada. En la charca croaban las ranas.
Meti la llave en la cerradura que cedio inmediatamente, al abrir la puerta me parecio estar desorientada , parpadeé un instante pero no cambio nada, aquella no era mi casa. …
-Que no, que te he dicho que no y está es mi última palabra.
Era la primera vez que conseguía hacerlo, negarse a hacer lo que le pedían o más bien le exigían. Hasta entonces siempre cedía y asumía como suyas las decisiones de otros, pero ya había hecho una elección de impredecibles consecuencias…
En la propuesta que envié, al final de mi email decía:
«Por cierto, le preguntaría a José Antonio Marina, ¿qué hacer cuando la inspiración se estanca…?»
Si pudiera contestarme…Me sería de mucha ayuda. Gracias.
Saludos.
Pepa Vázquez
Aquel día se sentía pletórico, y eso que era hombre de demostrar poco los sentimientos positivos. No obstante, su corazón decía una cosa, su cabeza otra y la rigidez de su cara, otra muy distinta. Su bigote oscuro, negro azabache, le daba un aire marcial. Recordaba sus tiempos de militar.
SEGUNDA FASE:
A escasos metros y bajo un árbol, arañado por los crudos fríos y sin hoja alguna se sentó en un banco de piedra. Palpaba, manoseaba el tesoro encontrado con el cuidado que sus dedos quebrados le permitían. Abrió la carta, ajada por alguno de sus pliegues y la contempló de nuevo. Los trazos no eran precisamente hermosos pero a él se le antojaban eruditos y llenos de magia. Qué dirían esas letras, serían palabras de amor, de despedida o de alguien que estuvo en la guerra. Poco importaba y dedujo de manera clara, que algo que se guardó dentro de un libro debía ser algo importante.
Segunda fase.
Al salir de la librería y encaminarse a su vivienda de toda la vida, su mente empezó a cavilar sobre quién sería la persona indicada para leerle el contenido de la carta. Sin poder explicárselo le iba invadiendo una extraña emoción al saberse poseedor de un documento que, con justificada razón, Le parecía único.
-Ya está!- se dijo – tiene que ser Laura, tan discreta ella.
Le inspiraba confianza al recordar que habían coincidido en varias ocasiones rebuscando entre libros usados en aquella librería. Sólo había un problema… hasta ahora él se las había ingeniado para ocultar a Laura su analfabetismo, pedirle ayuda implicaba pasar la vergüenza de confesar que habían sido mentirá todas las veces que le hacía comentarios sobre libros supuestamente por él leídos y analizados.
El texto es excelente, sólo que al final creo que debiera decir ( y por ello lo compro’) toda VEZ que entiendo que lo que está a la venta es el libro.
Lamento el “horror” ortográfico