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Zachary D. Carter, economista, autor del libro El precio de la paz. Dinero, democracia y la vida de John Maynard Keynes (Paidós), que ya comenté en esa página, ha recordado que la guerra de Ucrania va a provocar carencias alimentarias en muchas naciones, lo que puede dar lugar a conflictos políticos. “Si nos remontamos al 2010 o 2011, cuando estalló la Primavera Árabe, veremos que gran parte de ese malestar se debió a circunstancias exclusivas de cada uno de esos países, Pero todos sufrieron el aumento del precio de los alimentos. Así es que es totalmente plausible que la desaparición del 30% del mercado mundial del trigo tenga consecuencias graves en sitios que nadie se imagina”. En El deseo interminable aparece continuamente el hambre como gran motor de movilizaciones sociales y de revueltas. Por ello he necesitado hacer incluir una “historia del hambre”, como también una “historia de la pobreza” de la que forma parte. Tenemos terribles descripciones de lo que supone morir de hambre.

Los “Motines de subsistencia” o “motines del pan” se han dado a lo largo de la historia. Es bien conocida la “guerra de las harinas” ocasionada por el aumento del precio de los cereales, que sacudió Francia en 1773-74 y que preparó la revolución de 1789. Pero es interesante que el gran historiador Edward Thompson al estudiarlas, añade: “las emociones profundas suscitadas por el hambre, las exigencias formuladas por la multitud a las autoridades durante tales crisis, y la rabia provocada por descubrir el beneficio que algunos tienen en situaciones de urgencia vital confieren una carga de “moral” particular a esas protestas, Ese conjunto es lo que entiendo por “economía moral”.(Thompson, E. “The moral economy of the English Crows in the Eighteenh Century”, 1971).

La previsión de posibles “motines del pan” en los meses próximos por culpa de la guerra de Ucrania renueva el triste sentimiento de que la historia se repite con una desoladora monotonía.

El hambre no solo ha promovido revueltas y revoluciones, sino grandes migraciones, hambrunas mortales, y enormes sufrimientos. Ha sido además utilizada con fines políticos. En el siglo XX tenemos dos ejemplos terribles de hambrunas políticamente inducidas. La sufrida en Ucrania entre los años 1932-1933 y la padecida en China entre 1959 y 1961. Las víctimas de la hambruna ucraniana son difíciles de calcular. Los expertos las fijan entre 2,5 y 6 millones de personas. Se ha acuñado el término Holodomor para designar el genocidio perpetrado mediante el hambre. En 2008 el Parlamento europeo aprobó la resolución que reconocía que esa hambruna fue un crimen contra la humanidad, La hambruna china fue aún más terrible. La falta de estadísticas fiables hace oscilar el número de muertos entre los 15 y los 55 millones.

Un aspecto interesante para el argumento de El deseo interminable es el señalado por el premio Nobel de Economía Amartya Sen en sus pioneros estudios sobre las hambrunas como fenómeno económico. Sostiene que en último término se deben a fallos políticos, más que a inclemencias climáticas.

La previsión de posibles “motines del pan” en los meses próximos por culpa de la guerra de Ucrania renueva el triste sentimiento de que la historia se repite con una desoladora monotonía.

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