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Ha muerto Mihály Csíkszentmihályi, un psicólogo perteneciente a un grupo que alcanzó una resonancia mundial, al tratar temas relacionados con las emociones y con la felicidad.  Creo que a estos psicólogos les vino muy mal su colosal éxito, porque tuvieron una idea brillante y quedaros atrapados por ella. Le pasó a Daniel Goleman con la “Inteligencia emocional”; a Howard Gardner con las “inteligencias múltiples; a Carol Dweck con la “mentalidad de crecimiento”; a Marc Prensky con los “nativos digitales”; a Martin Seligman con la “psicología positiva”. Y a Mihály Csíkszentmihályi con “fluir” (flow), una experiencia óptima, a la que podemos llamar “felicidad”, que se da en aquellas actividades que absorben toda nuestra atención, nos hace sentir que estamos consiguiendo nuestras metas, y producen un sentimiento de plenitud. En realidad, ilustró, de manera minuciosa, una fantástica afirmación de Aristóteles: “La felicidad no es un estado, sino una actividad”.
Siento que el éxito de estos autores, convirtiera sus brillantes ideas en mantras que se repiten sin cesar, y que hayan suscitado una legión de seguidores que las han convertido en una industria, y una legión de críticos que las han menospreciado radicalmente. Creo que a los primeros debemos reconocerles el valor de tratar temas que habían estado ausentes de la Psicología, y a sus malos seguidores que hayan pensado que con unas ideas brillantes bastaba para elaborar una psicología científica.