La preocupación por la salud mental va en aumento. Me interesa especialmente la de nuestros niños y adolescentes. El tema no es nuevo. Hace años, Martin Seligman señaló en su “Estudio sobre la depresión infantil” que al menos una cuarta parte de los niños habían sufrido una depresión en algún momento entre los ocho y los trece años.

Por esta razón, la Universidad de Pensilvania lanzó un programa de prevención, con el propósito de identificar a los niños de 10 a 12 años más vulnerables, para luego enseñarles un conjunto de técnicas cognitivas y sociales que les protegieran. Hay algunos psicólogos que están alarmados por lo que consideran una “patologización excesiva de la infancia”. Pero no podemos minimizar el problema. El profesor Casas, con un equipo del Hospital Vall d’Hebron, es autor del estudio ‘Evaluación y tratamiento psicopatológico en el fracaso escolar y académico’, realizado en 23 escuelas e institutos catalanes, concluyó que “entre un 18% y un 22% de alumnos presentan trastornos psicopatológicos y del aprendizaje ligados al neuro-psico-desarrollo”. Estas cifras son similares a los porcentajes del resto de países desarrollados, pero en España los casos afectan profundamente a la tasa del fracaso escolar porque no son debidamente atendidos. Afirma que, mediante un plan de seis años enfocado a tratar estos problemas, podría reducirse el fracaso escolar a un 10%, es decir, a los niveles que la Unión Europea nos señala. El estudio del doctor Matalí, del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona (“Adolescentes con trastornos de comportamiento”) reveló que la crisis económica del 2008 provocó un aumento de problemas psicológicos. La pandemia actual parece haber producido el mismo efecto.

En la serie de artículos sobre “Pedagogía para pediatras” que publiqué en la revista “Pediatría integral” defendí la necesidad de fortalecer las relaciones entre el “triángulo pedagógico básico” (padres, docentes y profesionales de la salud).En el “Libro blanco de la profesión docente” reclamamos la necesidad de aumentar la calidad y las funciones de los departamentos de orientación y apoyo psicológico en los centros educativos, y de formar a los docentes para que aprendan a tratar los difíciles problemas que se plantean en las aulas. Una parte importante de los problemas psicológicos graves emergen en la adolescencia.

Sin embargo, los recortes en educación han debilitado los departamentos de orientación y apoyo psicológico. Esperamos que con la nueva legislación podamos enfrentarnos seriamente con el problema.