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Las palabras confusas producen debates confusos. Un ejemplo es la polémica sobre “soberanía”, “nación”, “nacionalidad”, “multinacional”, “autonomías”, “estado federal”, “derecho a la autodeterminación”, “derecho a decidir”, “cogobernanza”. Una de las palabras confusas que necesitamos aclarar antes de organizar una ACADEMIA DEL TALENTO POLITICO es, precisamente la palabra “político”. Se habla de “sociedad política” como opuesta a la “sociedad civil”. Es una división maniquea, de buenos y malos. Los políticos son malos y, afortunadamente, la “sociedad civil” viene a salvarnos. Los ultraliberales sueñan con un mundo en que solo hubiera “sociedad civil”, mientras que los totalitarios sueñan con una en que solo existiera el Estado. Norberto Bobbio, en su Diccionario de Política señala seis significados diferentes de “sociedad civil”, y advierte que la expresión acabó significando lo contrario de lo que significaba al principio. Así no hay quien se entienda.

La historia nos aclara las cosas. Los seres humanos nacen y se desarrollan en grupos sociales -familias, clanes, tribus, etc.- que fueron aumentando en número y complejidad. La aparición de la ciudad es un hito importante en la evolución de la humanidad. Aprovechando el nombre griego de ciudad –polis– decimos que los hombres se convirtieron en políticos, es decir, en habitantes de la polis, en ciudadanos. Necesitaron organizar la convivencia, establecer un régimen de autoridad, una legislación, una administración. A esta estructura organizativa se la denomina Estado.

El “poder político” está repartido en “poder de los gobernantes” y “poder de los gobernados”.

Por lo tanto, todos los ciudadanos son políticos, y una parte de ellos ocupan los mecanismos estatales y se convierten en gobernantes. Señalar esto es importante porque el “poder político” está repartido en “poder de los gobernantes” y “poder de los gobernados”. Cuando se separa la “sociedad política” de la “sociedad civil” se está admitiendo la desconexión entre ambas, se difumina la esencia política de la ciudadanía, se convierte a los ciudadanos en “súbditos”, en “sometidos”, y todo el poder va al Estado. Esto es lo que hizo Hegel al separar la “sociedad civil” del Estado.  La ACADEMIA DEL TALENTO POLÍTICO debe formar a todos los políticos, es decir, a todos los ciudadanos. Por eso tiene que haber unos cursos comunes, que trataran del poder político, que incluye el “poder del gobernante” y el “poder de los gobernados”. A partir de esos cursos comunes, se bifurcarán los que quieren dedicarse a tareas de gobierno, y los que no. Los que están movidos por la pasión de mandar, y los que no.