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La política es la actividad dirigida a resolver los problemas originados por la convivencia de seres humanos diferentes y con diferentes deseos. En su esencia es, pues, conflictiva. La historia proporciona un gran repertorio de buenas y malas soluciones. La “teoría de juegos” habla de juegos de suma cero (el ganador se lo lleva todo), juegos de suma negativa (ambos contendientes pierden) y juegos de suma positiva (los dos ganan). Este es el   que la política debería buscar, con una condición: las aspiraciones enfrentadas deben ser legítimas. De la misma manera que para resolver problemas matemáticos debemos estudiar matemáticas, para resolver problemas políticos debemos desarrollar nuestra inteligencia política. Los “problemas políticos” suelen ser complejos y exigen comprenderlos bien, ponderar las pretensiones justas, elaborar el conflicto (igual que se elabora el duelo) y buscar la mejor solución, que debería ser de “suma positiva”. Este es uno de los objetivos del Panóptico.

El artículo inicial de este Panóptico se publicó en EL MUNDO el día 29 de noviembre de 2020.

EL PANÓPTICO 13

Desde el Panóptico, la historia se ve como una sucesión de problemas y de intentos de solucionarlos. La Ciencia de la evolución de las culturas se encarga de exponer los resultados de esa observación. Intento, con más entusiasmo que esperanza, que se incluya como asignatura troncal en nuestro sistema educativo. En Biografía de la humanidad mostré que era una ciencia posible. Incluiría la historia de los problemas filosóficos, religiosos, científicos, artísticos, políticos, económicos, morales y las soluciones que se han dado. Tendría una alta eficiencia educativa, porque aprovecha muy bien el tiempo al integrar varios currículos, y una gran utilidad porque aumentaría la competencia social y el pensamiento crítico. Los problemas son comunes a toda la humanidad, pero cada cultura los ha resuelto a su manera. La tesis que defiende el Panóptico es que la comparación de esas diferentes soluciones puede mejorar nuestra capacidad para enfrentarnos a los conflictos y hacer más halagüeño el futuro.

Me ha alegrado ver que Thomas Piketty llega a la misma conclusión en su último libro Capital e ideología, donde hace un profundo análisis de los dinamismos políticos. Una obra que les recomiendo, advirtiendo que tiene un serio obstáculo: son 1233 páginas de apretada lectura. Considera que la historia de las sociedades humanas es un “vasto experimento colectivo” (p.1147). “Estoy convencido -escribe- de que es posible contribuir a una mejor comprensión de los cambios sociales confrontando minuciosamente experiencias históricas que proceden de países, áreas culturales y civilizaciones diferentes” (p.23). Lo importante es aprovechar la experiencia, lo que exige trabajo y método.  Bienvenido al club.

De los problemas que afectan a la ciudad, a la polis, se encarga la política. Su objetivo es -utilizando una venerable expresión ilustrada- conseguir la “pública felicidad”, es decir, una situación en la que todos los ciudadanos estén en buenas condiciones para trabajar en sus propios proyectos de felicidad. Uno de los problemas, sin duda, es el del acceso, limitación y sucesión pacífica del poder. Es el que resuelve la democracia. Y ya es bastante. Pero un sistema democrático por si solo no asegura la lucidez, la información, y el talento suficiente para arreglar todos los demás problemas. Para eso debería tener una serie de características que la convirtieran en una “democracia sabia”. Estados Unidos es, sin duda, un país democrático y algunas de las cosas que estamos viendo nos permiten dudar de su sabiduría política. ¿Tenemos en España una “democracia sabia”?

Para aumentar la capacidad de resolver los problemas -para alcanzar la sabiduría-, la sociedad entera tiene que aprender a hacerlo. Deben aprender los políticos y deben hacerlo también los ciudadanos. Al estudiar la Revolución Francesa, llama la atención la capacidad de aprendizaje que tuvieron los miembros de la Asamblea Nacional. Cuando se convocaron los Estados Generales en 1789, los representantes fueron a París solo para decidir acerca de los impuestos. Sin previo aviso se encontraron redactando una constitución que llevó, además, como introducción, la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano. Tuvieron que aprender sobre la marcha. “Uno de los espectáculos más interesantes para un filósofo -escribió Barère en su periódico Le Point du Jour- es observar los progresos rápidos de la verdad y de la razón en la Asamblea Nacional”. En las cartas que los representantes mandaban a sus familias o a sus electores insistían en la necesidad que tenían de enfrentarse con problemas teóricos y prácticos de gran complejidad, en los que nunca habían pensado.

La transición española fue un ejemplo de “democracia sabia”. Se sabía donde se quería llegar, se conocían los peligros y los obstáculos, y se maniobró para conseguir alcanzar el objetivo, que era la democracia. Una parte de la confusión del momento presente, es que no tenemos un objetivo común. Hablar del “bien común” es una abstracción poco operativa. De hecho, los liberales libertarios niegan que la noción tenga sentido. Y de acuerdo con el Teorema de la imposibilidad, de Kenneth Arrow, premio Nobel de Economía, cuando se tienen tres o mas alternativas para votar, no se puede diseñar un sistema de votación que pueda alcanzar una idea compartida de “bien común”. Sólo sistemas “unánimes” o totalitarios pueden conseguirlo.  ¿Eso nos condena a una “política del mal menor”? Seré menos pesimista: nos hace estar preparados para una política del “second best”, de lo segundo mejor. Se lo explicaré en un artículo próximo al hablarles de la “teoría de las coaliciones”.

Los ciudadanos deberíamos ser educados en la cultura de la “resolución inteligente de los conflictos”.

En nuestra relación con los problemas hay tres posibles situaciones: (1) Hay soluciones eficaces y solo hay que aplicarlas (2) No hay respuestas preparadas y la sociedad aplica alguna de su repertorio, que solo tiene eficacia a corto plazo. Por ejemplo, resolver los nacionalismos con medidas coercitivas solo aplaza el problema. (3) La sociedad tiene que aprender a resolver el nuevo desafío. En este momento nos enfrentamos a muchos “problemas VICA”. (VICA es el acrónimo de Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad, Ambigüedad). Nadie puede elegir sus problemas. Todos tenemos que lidiar con los que nos tocan. Los ciudadanos deberíamos ser educados en la cultura de la “resolución inteligente de los conflictos”.

La capacidad de aprendizaje de una sociedad mejora si tiene los líderes adecuados. Ron Heifetz, de la Kennedy Harvard School, piensa que el verdadero líder político es necesario cuando no se tienen recetas para el problema planteado. No cree que el líder tenga que conocer la solución, sino que su talento está en movilizar a la sociedad para que busque una solución. Señala algunos pasos: (1) Identificar el desafío al que hay que responder, (2) no precipitarse: mantener el malestar dentro de un nivel tolerable que permita trabajar en la solución (3) enfocar la atención en el proceso de maduración y no en reducir el estrés (4) hacer trabajar a la gente, pero a un ritmo que puedan soportar y (5) dar voz a quienes planteen interrogantes y denuncien contradicciones internas.

En su libro Liderazgo sin respuestas fáciles, estudia casos de este tipo de liderazgo. Uno de ellos es el modo como el presidente Lyndon B. Johnson trató el tema de los derechos civiles en EEUU. Se empeñó en educar a las personas para que cooperaran, respetando cada una las metas de las otras. “Yo quería -comentó- que las personas relevantes participaran en mi administración de una docena de formas diferentes. La clave era conseguir que los hombres de grupos distintos quedaran tan comprometidos entre si en tantos comités y delegaciones que cubrían tantas cuestiones, que ninguno pudiera permitirse estar libre de compromisos respecto a cualquier cuestión aislada”.

Vuelvo al principio del artículo. Necesitamos desarrollar nuestro aprendizaje político. Para ello es preciso comprender que la sabiduría política consiste en saber que la realidad social es conflictiva, pero que los problemas pueden resolverse bien o mal. La asignatura de la que les hablaba Ciencia de la evolución de las culturas tiene un método basado en reconocer los problemas con que la humanidad se ha enfrentado, analizar las soluciones, evaluarlas, rechazar las malas e ir seleccionando las respuestas que tienen suma positiva, las estrategias win-win.   ¿No les parece una asignatura útil?

Únete 6 Comments

  • El Rastreador dice:

    ¿Para qué sirve la política? ¿Es finalidad o instrumento? ¿Es legítimo que dependamos tanto del poder, que renunciemos sistemáticamente a nuestras libertades y que seamos seres que guían su vida por la obediencia instintiva? ¿Es razonable que la política, sus lógicas e intereses, invadan la vida por completo?

    https://www.elcomercio.com/opinion/columna-fabiancorral-sirve-politica-opinion.html

  • Paloma835 dice:

    ¿Asignatura útil?, sí. Aunque sólo sea para reducir los extensos currículos enciclopédicos. Si de paso obliga a desarrollar algo el pensamiento crítico, mejor.
    Gracias por la magistral lección, maestro.

  • Martín Eduardo López Martínez dice:

    Al leer su libro de Biografía de la humanidad, me resultó grato y creativa la propuesta de la Ciencia de la evolución de las culturas; más que el contenido (loable, discutible, amplio…) en lo personal la propuesta se me hace adecuada, pertinente en estos momentos de intercambios culturales, comunicaciones globales…que nos lleven a fundamentar un trabajo por el bien común. Reconozco que en mi universidad insistía en Filosofía, Historia…para nuestros estudiantes. Cuando encontré esta conceptualización de su parte fue emocionante. Gracias….

  • jose antonio marina dice:

    Gracias por el comentario. Creo que lo que en Biografia de la Humanidad llamamos «método aporético» tiene una gran potencia educativa. Nos permite comprender y actuar. La asignatura nos resolveria ademas problemas como «¿religion si o no?¿filosofia sí o no?¿Historia de España o Historia de Cataluña o del Pais Vasco? ¿Eurocultura o cultura global?

  • Martín Eduardo López Martínez dice:

    Seguiré con interés futuros proyectos, en este sentido, de su parte…Saludos desde Ciudad Obregón Sonora México.

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