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Ante los sucesos de Ucrania muchos se preguntan si estamos en el comienzo de una guerra mundial. ¿Nos sirve para algo recordar el comienzo de las dos grandes guerras europeas? Ambas terminaron con la derrota de la nación que las declaró, Alemania. No tuvieron motivos económicos. Antes de la Primera guerra mundial se pensaba que era imposible que estallara un conflicto bélico porque no beneficiaría a nadie. “Los estadistas que estaban dando pasos fatales -escribe Hobswawm. No creían realmente que estaban iniciando una guerra mundial”. No supieron reconocer los signos.  Incluso los que habían apretado los botones de la destrucción quisieron volver atrás pero no pudieron. El káiser Guillermo preguntó en el último momento a sus generales si no podían detener el ataque contra Francia y Rusia, a lo que estos contestaron que ya era completamente imposible. Barbara Tuchman ha contado en Los cañones de Agosto, el estúpido deslizamiento por el tobogán de la atrocidad.

¿Nos sirve para algo recordar el comienzo de las dos grandes guerras europeas?

Dicen que Kennedy acertó a resolver la crisis de los misiles cubanos porque acababa de leer este libro y sabía con qué facilidad las cosas podían irse de las manos. En el caso de la II Guerra mundial, Hitler -y quienes le rodeaban- estaban completamente seguros de que estaban llamados a una misión salvadora. En Biografía de la Inhumanidad describí la “ebriedad de la misión”. La historia de la atrocidad está llena de personas que se creyeron investidas de una misión, por la que fueron capaces de sacrificarlo todo y de sacrificar a todos. La insensibilidad provocada por esas “guerras iluminadas”, las que se hacen en nombre de valores considerados superiores, como la gloria de la nación, o la implantación de una religión, es bien conocida. El artículo que publicó Putin sobre la unidad histórica de rusos y ucranios (21.7.2021) lo interpreto en ese sentido mesiánico. El pretexto nazi de defender a los alemanes que vivían en los Sudetes, se parece mucho al dado por Putin para invadir Ucrania. Sobre la situación sobrevuela el “efecto Chamberlain”, la idea de que fue la debilidad contra el tirano lo que hizo posible la guerra.
¿Cuál es nuestra situación? ¿Estamos interpretando bien los signos de los tiempos?  Tomo notas en presente sobre lo que ahora sabemos, no sobre lo que dentro de unos años pensemos que hubiéramos debido saber. Occidente está contra Putin, teme comprometerse militarmente, y piensa que las sanciones económicas y de aislamiento pueden parar la guerra.

China navega entre dos aguas en la guerra de Ucrania.

Tal como veo las cosas, todo depende de la decisión que tome Xi Jinping. Puede optar por atraer a Rusia a su órbita, prestándole la financiación que el resto del mundo le niega, dejándole que se debilite con la guerra y mostrando que Rusia no es una potencia global, o puede expandir su ideología política convirtiéndose en el mediador de la paz, frenando a Putin y poniendo en práctica la tianxia, de la que ya he hablado. Sospecho que China va a ser la ganadora de esta contienda, pero no sé con qué jugada. David Ownby, una de mis fuentes de información sobre lo que sucede en China, anuncia que va a publicar en la próxima entrega de su página “Reading the China Dream” la postura de los intelectuales chinos sobre el tema de Ucrania. Lo espero con impaciencia y sigo observando.