Skip to main content

Comenzar una nueva investigación suscita un estado de alerta cercano a la euforia. Cada paso descubre nuevas posibilidades. Eso me está pasando al trabajar en la Historia Universal de las soluciones. La cultura es un conjunto de respuestas a preguntas y soluciones a problemas. Científicos, sacerdotes, técnicos, artistas, políticos las buscan, cada uno en su nivel. La educación debería aumentar nuestra capacidad resolutoria. Por su relevancia social, me interesa en especial la educación de la inteligencia política, de nuestra capacidad para solucionar los problemas que afectan a nuestra “pública felicidad”.

La cultura es un conjunto de respuestas a preguntas y soluciones a problemas.

La Historia universal de las Soluciones se basa en un hecho fácil de comprobar. La vida plantea continuamente problemas, como sobrevivir y reproducirse. Ya lo dijo Popper: All life is Problem solving. En el caso de la vida humana, la estructura problemática se expande, y a esas necesidades básicas se unen las que derivan de una tenaz y confusa búsqueda de la felicidad. La vida es un presente trabajando para el futuro. Esta presencia de lo “por-venir” lo registra el diccionario con una constelación de palabras impulsoras- pro-blema, pre-gunta, pro-pósito, pro-yecto, pro-greso- que tienen que ver con la continuación o la culminación de la vida. Todas esperan una clave que les abra el paso: una solución.

Esta búsqueda se manifiesta de forma dramática en la política, una actividad que intenta resolver los problemas planteados por la convivencia en la polis, en la ciudad. Es, por lo tanto, una actividad “heurística”, buscadora de soluciones. A lo largo de su evolución fue creando instituciones de poder, sistemas de coerción o de influencia, que resolvieron unos problemas y plantearon otros. El Estado es una solución, y cualquier código es un repertorio de soluciones. El campo de batalla es el poder, la lucha por alcanzarlo, por mantenerlo, por beneficiarse de él, por protegerse de él. La obediencia ha sido considerada durante milenios la virtud social por excelencia, fomentada por todo tipo de estructuras políticas, religiosas, económicas, familiares. No siempre deriva de la coacción y el miedo, sino también de la confianza de que el jefe actuaría como salvador: como solucionador de problemas.

“Hay dos tipos de políticos. Los que creen conocer la solución y buscan imponerla, y los que son conscientes de que nadie conoce la solución y que es necesario aprender a encontrarla”.

 

En el post anterior hablé de la “sociedad del aprendizaje”, es decir, de la conveniencia de que la sociedad entera sea capaz de resolver sus problemas y diseñar y realizar sus proyectos. Para esto necesitamos políticos que la movilicen en ese sentido. Ronald Heifetz distingue entre los “problemas técnicos” y los “adaptativos”. Los primeros están claramente definidos y la solución es técnica. Basta con aplicarla para resolver la situación. Los adaptativos en cambio suponen la aparición de una dificultad nueva, difícil a veces de definir, y para la que no basta una solución técnica, sino que debe movilizar a los mismos afectados. Llegar a la luna es un problema técnico. Reducir el consumo de drogas, eliminar el machismo, erradicar la pobreza, establecer una representación correcta en el poder, son problemas interactivos. Exigen una participación de los afectados para identificar bien el problema y para encontrar soluciones.  “Los problemas adaptativos son problemas sistémicos que no disponen de una respuesta”. (Heifetz, R. y Laurie, D. “The work of leadership”, Harvard Business Review). La democracia es un modo de gestionar el poder. La democracia deliberativa debería ser, además, un modo de encontrar soluciones, pero ya sabemos hasta qué punto es difícil conseguirlo. Beth Simone Noveck añade un nivel más -la democracia colaborativa- que no se limita a hablar, sino que actúa. (Noveck, B.S. Cómo resolver problemas públicos, Galaxia Gutenberg,2022).

Hay dos tipos de políticos. Los que creen conocer la solución y buscan imponerla, y los que son conscientes de que nadie conoce la solución y que es necesario aprender a encontrarla. Estos son los que necesita la Sociedad del aprendizaje.

En el próximo post pondré algunos ejemplos concretos.

 

Deja tu comentario