He acabado de redactar la monografía sobre la historia del miedo, mientras sucede la guerra de Ucrania y leo estudios acerca de la novedad del tiempo en que vivimos, y de la imposibilidad de gestionar tanta complejidad. No puedo dejar de pensar que los cambios tecnológicos, económicos y sociales se dan como variaciones de unos “guiones emocionales” implacables.
Sigo mi aprendizaje del análisis pasional de las actividades humanas. Hoy quiero tratar como ejemplo la arquitectura. Las primeras construcciones sirvieron para protegerse, pero al concentrarse en ciudades aparecieron tres tipos de edificaciones con diferentes fines, es decir, fruto de diferentes necesidades, deseos y proyectos: las murallas, los palacios y los templos.
Cuido mucho de proporcionar a la inteligencia generadora información variada, porque confío en que hará buen uso de ella y me enviará a la conciencia ideas interesantes.
La búsqueda de la seguridad es una de nuestras motivaciones básicas, como señaló Maslow. La más fundamental en la pirámide de necesidades, después de las fisiológicas.
Desde el Panóptico, al ver los destrozos producidos por la invasión de Rusia, se plantea una interesante pregunta: ¿Debería pagar Rusia lo destruido por su agresión a un país extranjero?
La experiencia más estimulante de escribir un libro es ver como aparecen relaciones cada vez más iluminadoras. El fenómeno de las ocurrencias, como el de la comprensión, está fuera del control de la voluntad. Lo único que podemos hacer es fijar una meta a nuestro cerebro y cambiar los estímulos con la esperanza de que, en un momento dado, por fin, diga ¡Ajá! ¡Eureka!
El que a estas alturas de la historia pueda preocuparnos la posibilidad de una III guerra mundial es el reconocimiento de un terrible fracaso de la inteligencia. Los colapsos éticos siempre nos llevan a la atrocidad.
Tenemos que vivir en la incertidumbre, la ignorancia, la complejidad desbordada, y en ese escenario tenemos que tomar decisiones. Estamos, pues, ante el desafío de aprender a gestionar esa incertidumbre.