Skip to main content

La agresión de Rusia a Ucrania ha puesto de actualidad un tema importante para el Panóptico: cómo se mide el poder de las naciones. La historia muestra relevos continuos en la cumbre de las potencias mundiales y me interesa estudiar qué fuerzas las auparon. Tendemos a pensar que lo fundamental es la potencia económica, el asunto no es tan simple.  Rusia es, sin duda, un Estado influyente y poderoso, pero sorprende constatar que su capacidad económica no es muy grande. Ocupa el undécimo lugar entre las naciones más ricas, con un PIB de 1,2 billones de euros. España el decimocuarto con 1, 1 billones. Teniendo en cuenta que el PIB de EEUU es de 18 billones y el chino de 12, Rusia es una potencia económicamente mediana. ¿De dónde viene su poder?

Hasta donde sé, fue el historiador alemán Leopold von Ranke el primero que intentó explicar la diferencia entre los países en términos de su capacidad nacional. Sin embargo, no fue sino hasta el siglo XIX que se realizó un intento más sistemático para explicar las diferencias en el poder nacional. El test de gran potencia era su capacidad para “mantenerse a sí misma en contra de todos los demás, incluso cuando están unidos”.

Aunque la aparición del armamento nuclear exigió tenerlo para pertenecer a la élite del poder internacional, se intentó precisar más las capacidades de una nación. A principios de los sesenta se publicó el “Índice Compuesto de Capacidad Nacional” (CINC, por su sigla en inglés), compuesto de seis indicadores:

Población (PO)

Población Urbana (PU)

Producción de Hierro y Acero (PHA)

Producción Primaria de Energía (PPE)

Gasto Militar (GM)

Personal Militar (PM)

Este índice tiene a mi juicio un fallo: confunde capacidad con poder. Es decir, entre la capacidad de hacer daño, por ejemplo, y la decisión de hacerlo, hay un trecho. Hay intervienen otros elementos que caen dentro de mi campo de interés. Uno de los parámetros medidos por el Índice de Capacidad Nacional de la Fundación Henry Jackson tiene que ver con la voluntad estratégica y con la actividad diplomática. Esto tiene que ver con el Índice de presencia global, elaborado por el Real Instituto Elcano, que mide la proyección exterior de un país y su posicionamiento internacional en las tres dimensiones, económica, militar y cultural.

Hasta ahora, el poder estaba relacionado con la capacidad de comenzar una guerra. Tal vez deberíamos conseguir como paradigma del poder la capacidad de establecer la paz.

Los politólogos, siguiendo a Joseph Nye, hablan de “poder duro” y “poder blando”, y se han elaborado también sistemas de medición. En un extremo podríamos situar el Índice de potencia de fuego (con EEUU y Rusia a la cabeza), y en el otro el Índice del Poder blando, que según Nye proporciona «la visión más clara del poder global de persuasión hasta la fecha.»

Especialmente claro me parece el índice elaborado por la empresa VMLY&R y la Escuela Wharton de la Universidad de Pensilvania, que establece cinco variables: capacidad de liderazgo de sus gobernantes, economía pujante, potencia militar, red de alianzas con otros países e influencia política significativa. En el año 2020 las posiciones eran las siguientes:

1

Estados Unidos

2

China

3

Rusia

4

Alemania

5

Reino Unido

6

Francia

7

Japón

8

Israel

9

Corea del Sur

10

Arabia Saudí

El tema me parece importante para descubrir los mecanismos del poder y, como indica el World Power Index, qué influencia tienen los factores materiales, los semimateriales y los inmateriales. Me interesa también saber si esos índices se pueden aplicar a todos los imperios de la historia y, sobre todo si podríamos hacer un cambio ideal en los criterios de medición. Hasta ahora, el poder estaba relacionado con la capacidad de comenzar una guerra. Tal vez deberíamos conseguir como paradigma del poder la capacidad de establecer la paz. Por todo esto, voy a trabajar en una monografía sobre las medidas del poder.