Todo suceso histórico debe poder reducirse, con mayor o menor número de intermediaciones culturales, a ese breve repertorio de energías afectivas. ¿Cuáles son los mecanismos de ampliación, variación y combinación de los deseos?
Continúo leyendo Cazadores, campesinos y carbón, de Ian Morris. Su tesis es una variación de la teoría marxista. Esta afirma que las formas de producción dirigen los modos de pensar, las ideologías. Morris piensa que las necesidades de captar energía determinan los valores de una sociedad. Identifica tres modelos de sociedad -cazadora recolectora, agrícola y dependiente de combustibles fósiles- diferenciados por la cantidad de energía de la que pueden disponer.
Es aquí donde quiero introducir el tema central de El deseo interminable. ¿Qué idea de la felicidad podía tener el campesino angustiado por la amenaza de una mala cosecha y del hambre?
Me gustaría poder medir la “felicidad pública” a lo largo de la historia. Creo que intentar medir la felicidad subjetiva es inútil, pero que, en cambio es posible hacerlo con la “felicidad objetiva”, lo que los ilustrados llamaban “felicidad pública” o “felicidad política”.
¿Puedo reducir la historia de la búsqueda de la felicidad a una historia del consumo? Creo que no, pero tendré que asegurarme.
Mi propósito al escribir El deseo interminable es contar la historia de la humanidad iluminada con rayos gamma, es decir, atendiendo a las fuerzas psicológicas que la originan. Daniel Lord Smail, historiador de Harvard, defiende una tesis parecida. Aspira a hacer una “Deep history”, aprovechando los conocimientos de las neurociencias. En vez de hablar de “rayos gamma” habla de “visión psicotrópica de la historia”.
Todos los deseos están dirigidos a un fin, e introducen la teleología en la historia humana. No porque la historia tenga un fin, sino porque las miríadas de acciones que la constituyen sí lo tienen.
Los colegiales de mi tiempo sabíamos de memoria el comienzo de algunas obras literarias: “En un lugar de la Mancha…”, “Oigo Patria tu aflicción…”, “Con…
Con motivo de la guerra de Ucrania se habla mucho de los oligarcas rusos, un grupo de personas económicamente poderosas gracias a los favores que les ha hecho Putin. La palabra está bien elegida. Platón, al estudiar los regímenes políticos, incluye la “oligarquía”, que etimológicamente significa el gobierno de unos pocos, pero que a su juicio es un régimen basado en la riqueza, en el poder económico.