¿Tenían razón los economistas ilustrados? La idea de que los intereses económicos pacificarían el mundo estaba vigente al comienzo del siglo XX. Cundía la idea de que la interdependencia financiera y económica de las naciones hacía imposible la guerra, pero estalló. Las pasiones se impusieron a los intereses. O tal vez haya que pensar que el interés económico puede convertirse en una pasión arrolladora, convertida en una versión de la “voluntad de poder”.
El mundo occidental está construido sobre el principio de “juego de suma positiva”: en cada transacción todo el mundo debe ganar algo, aunque sea posible que unos ganen más que otros. Los rusos practican el “juego de suma negativa”. Incluso si sufren, están contentos si sufren menos que los otros”
Contemplando el mundo desde el Panóptico soy, en cambio, un “optimista retrospectivo e intermitente”. Coincido con los “nuevos optimistas” en la idea de que el mundo ha progresado. Por eso soy optimista retrospectivo. Ha sucedido en el pasado.
En El deseo interminable aparece continuamente el hambre como gran motor de movilizaciones sociales y de revueltas. Por ello he necesitado hacer incluir una “historia del hambre”, como también una “historia de la pobreza” de la que forma parte. Tenemos terribles descripciones de lo que supone morir de hambre.Los “Motines de subsistencia” o “motines del pan” se han dado a lo largo de la historia.
La ética, como ciencia inductiva de la búsqueda de la felicidad, puede servirnos de criterio para juzgar las culturas incluidas las religiones.
A partir de la evolución de las culturas, creo que podemos considerar criterios válidos para evaluar una religión concreta, los siguientes…
La Semana Santa me ha sorprendido redactando El deseo interminable, una historia de la evolución de las culturas interpretada como historia de la búsqueda de la felicidad. Era inevitable relacionar ambos hechos. Las religiones tienen una especial relación con la búsqueda de la felicidad.
La Ciencia de la evolución de las culturas puede utilizar un doble método: genético y genealógico. El genético sigue el orden cronológico en que han ido generándose los sucesos. El genealógico parte de los hechos para remontarse hasta su origen.
Nuestro comportamiento está dirigido por los diseñadores de metas (necesidades, deseos, proyectos) y por las emociones y sentimientos que van informando de los procesos de realización.