Los colegiales de mi tiempo sabíamos de memoria el comienzo de algunas obras literarias: “En un lugar de la Mancha…”, “Oigo Patria tu aflicción…”, “Con…
El Humanismo de tercera generación que propongo, mira con un rostro a las “letras” y con el otro a las “ciencias”. Y para ello tiene que estar forzosamente por encima de ambas. El Panóptico es una metáfora de esta subida de nivel.
Con motivo de la guerra de Ucrania se habla mucho de los oligarcas rusos, un grupo de personas económicamente poderosas gracias a los favores que les ha hecho Putin. La palabra está bien elegida. Platón, al estudiar los regímenes políticos, incluye la “oligarquía”, que etimológicamente significa el gobierno de unos pocos, pero que a su juicio es un régimen basado en la riqueza, en el poder económico.
Reconoce que los argumento a favor de las humanidades enfatizan su importancia para el pensamiento crítico, la conciencia cultural, la responsabilidad histórica y para la formación de ciudadanos competentes y democráticos.
¿Tenían razón los economistas ilustrados? La idea de que los intereses económicos pacificarían el mundo estaba vigente al comienzo del siglo XX. Cundía la idea de que la interdependencia financiera y económica de las naciones hacía imposible la guerra, pero estalló. Las pasiones se impusieron a los intereses. O tal vez haya que pensar que el interés económico puede convertirse en una pasión arrolladora, convertida en una versión de la “voluntad de poder”.
El mundo occidental está construido sobre el principio de “juego de suma positiva”: en cada transacción todo el mundo debe ganar algo, aunque sea posible que unos ganen más que otros. Los rusos practican el “juego de suma negativa”. Incluso si sufren, están contentos si sufren menos que los otros”
Lord David Owen, político y psicólogo inglés, identificó un “síndrome de hybris” que afecta a muchos líderes políticos. “Hybris” en griego clásico significa una desmedida arrogancia que lleva a sobrepasar los límites impuestos por la naturaleza o por los dioses.
Contemplando el mundo desde el Panóptico soy, en cambio, un “optimista retrospectivo e intermitente”. Coincido con los “nuevos optimistas” en la idea de que el mundo ha progresado. Por eso soy optimista retrospectivo. Ha sucedido en el pasado.
En El deseo interminable aparece continuamente el hambre como gran motor de movilizaciones sociales y de revueltas. Por ello he necesitado hacer incluir una “historia del hambre”, como también una “historia de la pobreza” de la que forma parte. Tenemos terribles descripciones de lo que supone morir de hambre.Los “Motines de subsistencia” o “motines del pan” se han dado a lo largo de la historia.