La búsqueda de la seguridad es una de nuestras motivaciones básicas, como señaló Maslow. La más fundamental en la pirámide de necesidades, después de las fisiológicas.
Desde el Panóptico, al ver los destrozos producidos por la invasión de Rusia, se plantea una interesante pregunta: ¿Debería pagar Rusia lo destruido por su agresión a un país extranjero?
En anteriores programas estábamos haciendo una lingüística de cuarto de estar, cocina y dormitorio, y que el tema central son los malentendidos.
La experiencia más estimulante de escribir un libro es ver como aparecen relaciones cada vez más iluminadoras. El fenómeno de las ocurrencias, como el de la comprensión, está fuera del control de la voluntad. Lo único que podemos hacer es fijar una meta a nuestro cerebro y cambiar los estímulos con la esperanza de que, en un momento dado, por fin, diga ¡Ajá! ¡Eureka!
El que a estas alturas de la historia pueda preocuparnos la posibilidad de una III guerra mundial es el reconocimiento de un terrible fracaso de la inteligencia. Los colapsos éticos siempre nos llevan a la atrocidad.
Tenemos que vivir en la incertidumbre, la ignorancia, la complejidad desbordada, y en ese escenario tenemos que tomar decisiones. Estamos, pues, ante el desafío de aprender a gestionar esa incertidumbre.
En este momento hay mucha gente que teme una posible fecha: la del comienzo de la Tercera Guerra Mundial. Temo más la llegada de otra más probable: el día en que perdamos el interés por Ucrania.
El ejercicio del poder es un laberinto difícil de explorar. No me extraña que atraiga a todo tipo de jugadores, decentes y tahúres. Siempre tiene una parte oculta, que sirve para alimentar las teorías de la conspiración.