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Peré Aragones Catalunya y Ucrania
José Antonio Marina

La pandemia primero y la agresión a Ucrania después han puesto de manifiesto la necesidad de cooperación entre las naciones. La tendencia es a la unidad, no a la fragmentación. Por eso, resulta anacrónica -además de disparatada- la aparición pública de Junqueras y Otegui comparando la situación del País Vasco y Catalunya con la Ucrania invadida por el ejército ruso.

El tema de Rusia y Ucrania siempre ha desconcertado al secesionismo catalán, alguno de cuyos más estrambóticos representantes llegaron a pensar que, en caso de independencia violenta, Rusia podría enviar diez mil soldados a defender Catalunya, como acaba de recordar Enric Juliana. Ahora tampoco se ponen de acuerdo al juzgar la invasión. Junts la ha condenado porque “Ucrania es un estado soberano y no se puede amenazar ni cuestionar su existencia”. En cambio, ERC, aunque Pere Aragonès ha condenado la agresión rusa, ha defendido el derecho al ejercicio de la autodeterminación. “Creemos que las fronteras de Europa son modificables, pero nunca bajo amenazas de chantaje e invasión militar”.

Resulta anacrónica -además de disparatada- la aparición pública de Junqueras y Otegui comparando la situación del País Vasco y Catalunya con la Ucrania invadida por el ejército ruso".

Ucrania plantea un problema al independentismo: el secesionismo de Donetsk y Lugansk. Las dos regiones celebraron un referéndum unilateral en 2014, que fue apoyado por los soberanistas catalanes, pero que no fue reconocido internacionalmente. El resultado fue una guerra civil. Ahora el independentismo catalán se encuentra entre los cuernos de un dilema: si defienden la autonomía de Ucrania frente a Rusia ¿qué postura tomar con el movimiento independentista de esas dos regiones, que ha llevado a una guerra civil? El derecho de autodeterminación, como he explicado en esta sección, no tiene límites. Si recuerdan la ocurrencia de Tabarnia, nadie podría negar la independencia de una región catalana respecto a una Catalunya independiente.

Hay que reconocer que la comunidad internacional tampoco ha sido coherente en sus posiciones sobre el derecho a la autodeterminación, por ejemplo, al aceptar la independencia de Kosovo, tema sobre el que hablaré en el próximo Panóptico.

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