La Historia de los paraísos terrenales y celestiales nos permiten conocer los sueños de la humanidad. Nos sirve de guía para descubrirlas. En el mundo cristiano -y también en el islámico- las primeras imágenes del Paraíso lo identifican con un jardín.
Me entra la duda de si lo que debería hacer es escribir una “historia de la alegría”. La definición de los términos afectivos es muy imprecise, por lo que con frecuencia alegría y felicidad se usan como sinónimos. El asunto se agrava cuando se intenta traducir a otras lenguas.
¿Por qué la gente se empeña en gastar dinero en lujos, cuya satisfacción va a ser pasajera, y no en cosas que les harían más felices, como tener más tiempo libre o disfrutar de más vacaciones?
Todas las sociedades se han enfrentado al problema de cómo resolver los conflictos. Llamamos “justicia” a su adecuada resolución. Una de las sorpresas que proporciona El deseo interminable es que muestra que la “búsqueda de la felicidad” se entremezcla con la “búsqueda de la justicia”
Tal vez sea la alegría la emoción más cercana a la felicidad. Hace ya muchos años, cuando era un fervoroso lector de Henri Bergson -un gran filósofo, premio Nobel de literatura-, me impresionó la distinción que hacía entre “placer” y “alegría”
La idea de que toda la historia humana deriva de tres grandes pulsiones universales y permanentes, a las que acompañan como guías las emociones universales, y el pensamiento como herramienta expansiva y correctiva. Mis dudas proceden de que no se si esta idea es verdadera.
Continúo leyendo Cazadores, campesinos y carbón, de Ian Morris. Su tesis es una variación de la teoría marxista. Esta afirma que las formas de producción dirigen los modos de pensar, las ideologías. Morris piensa que las necesidades de captar energía determinan los valores de una sociedad. Identifica tres modelos de sociedad -cazadora recolectora, agrícola y dependiente de combustibles fósiles- diferenciados por la cantidad de energía de la que pueden disponer.
Es aquí donde quiero introducir el tema central de El deseo interminable. ¿Qué idea de la felicidad podía tener el campesino angustiado por la amenaza de una mala cosecha y del hambre?
Todos los deseos están dirigidos a un fin, e introducen la teleología en la historia humana. No porque la historia tenga un fin, sino porque las miríadas de acciones que la constituyen sí lo tienen.