Continuamente recibimos más información de la que podemos utilizar o incluso registrar. Por eso, una de las tareas más complicadas y necesarias de la inteligencia es “identificar la información relevante”. En términos castizos, separar el grano de la paja.
Los mecanismos emocionales tienen esa finalidad, pero con frecuencia nos engañan.
“Erase una vez un mundo en que se podía distinguir la verdad de la falsedad. No es seguro que exista todavía”. Este no es el comienzo de un cuento de miedo, sino una breve descripción de nuestra situación. Acabo de leer dos libros sobre este tema.