Estoy redactando el primer capítulo de El deseo interminable, titulado “Cuestiones de método”. Empieza así: “Los humanos obran siempre tendiendo a un fin”, advirtió Aristóteles….
Acaba de publicarse el decreto con las enseñanzas mínimas para Educación Secundaria. La literatura pedagógica es complicada, por eso hay que aclarar que se ha optado por una educación basada en la adquisición de ocho competencias claves, a las que hay que añadir las competencias específicas de cada área, que deben aprenderse mediante unos saberes básicos.
Una de las características de la inteligencia humana es su capacidad de anticipar el futuro. Tomamos decisiones pensando en el porvenir, a sabiendas de que no lo conocemos.
La aparición de los currículos para Enseñanza Secundaria ha vuelto a plantear el tema de la filosofía, que ha desaparecido de ellos. La cuestión viene de lejos. Después de la cumbre de Lisboa del año 2000, la Unión Europea decidió organizar la enseñanza por competencias, y seleccionó ocho, que figuran en la nueva ley española.
Un sistema filosófico redactado por un gran escritor. Puestos a pedir, desearía lo mismo. La crítica a la filosofía sistemática me parece tan boba como la crítica hecha a la memoria mencionando la lista de los reyes godos.
El tema de Dios sigue interesando mucho, contra todo lo previsible, puesto que en 1882 Nietzsche había comunicado la muerte de Dios, y el 15 de mayo de 1932 Stalin había decretado un “plan quinquenal de ateísmo”, con el eslogan: “No habrá Dios en 1937”. Ninguna de las previsiones se cumplió y la idea de Dios sigue presente en nuestros días.
El Panóptico crece. De ser un artículo pasa a ser una mini revista quincenal. Unipersonal, como fue una admirada hermana mayor, ya lejana en el tiempo, El Espectador de Ortega. Los títulos indican que estamos en la misma onda. Se trata de intentar ver con claridad. Bienvenidos a El Panóptico.