Toda la información manejada para escribir El deseo interminable me hace ver la historia de la humanidad como la agregación con frecuencia imprevisible de miríadas de búsquedas individuales de la felicidad. Ese esfuerzo está impulsado por nuestros deseos y emociones, y aquí comienza el problema porque nuestro sistema impulsor no está integrado. Deriva de dos líneas evolutivas distintas.
¿Qué nos enseñan las guerras sagradas? Que las religiones movilizan emociones muy profundas, que esas emociones unen a grupos grandes, que pueden dirigirse contra los enemigos de la religión, que tienen una sobremotivación ética, y son creadoras de sentido. Movilizar esas emociones es una de las herramientas del poder.
Con motivo de la guerra de Ucrania se habla mucho de los oligarcas rusos, un grupo de personas económicamente poderosas gracias a los favores que les ha hecho Putin. La palabra está bien elegida. Platón, al estudiar los regímenes políticos, incluye la “oligarquía”, que etimológicamente significa el gobierno de unos pocos, pero que a su juicio es un régimen basado en la riqueza, en el poder económico.
El mundo occidental está construido sobre el principio de “juego de suma positiva”: en cada transacción todo el mundo debe ganar algo, aunque sea posible que unos ganen más que otros. Los rusos practican el “juego de suma negativa”. Incluso si sufren, están contentos si sufren menos que los otros”
Lord David Owen, político y psicólogo inglés, identificó un “síndrome de hybris” que afecta a muchos líderes políticos. “Hybris” en griego clásico significa una desmedida arrogancia que lleva a sobrepasar los límites impuestos por la naturaleza o por los dioses.
La guerra de Ucrania refuerza mi convicción de que el cerebro humano puede sufrir regresiones. Toda su arquitectura parece dirigida a aprovechar el impulso pasional para dirigirlo a metas inteligentes.
En Rusia, las encuestas parecen dar un apoyo masivo a la guerra de Putin. El pueblo ruso considera que las medidas del mundo occidental son…
He acabado de redactar la monografía sobre la historia del miedo, mientras sucede la guerra de Ucrania y leo estudios acerca de la novedad del tiempo en que vivimos, y de la imposibilidad de gestionar tanta complejidad. No puedo dejar de pensar que los cambios tecnológicos, económicos y sociales se dan como variaciones de unos “guiones emocionales” implacables.