Ante los sucesos de Ucrania muchos se preguntan si estamos en el comienzo de una guerra mundial. ¿Nos sirve para algo recordar el comienzo de las dos grandes guerras europeas? Ambas terminaron con la derrota de la nación que las declaró, Alemania. No tuvieron motivos económicos.
La pandemia primero y la agresión a Ucrania después han puesto de manifiesto la necesidad de cooperación entre las naciones. La tendencia es a la unidad, no a la fragmentación. Por eso, resulta anacrónica -además de disparatada- la aparición pública de Junqueras y Otegui comparando la situación del País Vasco y Catalunya con la Ucrania invadida por el ejército ruso.
La invasión rusa de Ucrania marca una fecha triste. Metido como estoy en el análisis de las pasiones que mueven la historia, observo el inicio de una nueva guerra, iluminándola con rayos Gamma.
Algunas agencias estadounidenses dicen que la guerra de Ucrania comenzará mañana. La diplomacia se desmelena. Varios países, entre ellos España, han pedido a sus nacionales que abandonen la nación amenazada.
Los comentarios acerca de la posibilidad de guerra en Ucrania terminan diciendo: Todo depende de la decisión de Putin. ¿Es eso verdad? Desde el Panóptico me interesa mucho saber quién declara las guerras.
El enfrentamiento entre Israel y Palestina se ha recrudecido en estos días, y crece el escepticismo ante la posibilidad de resolver un conflicto tan profundamente enraizado. Desde que en 1957 apareció la primera revista dedicada a la solución de conflictos – Journal of Conflict Resolution. A quarterly for research related to war and peace, (Universidad de Michigan)- han proliferado los centros de estudios y de mediación y las publicaciones sobre estos temas. Pero una y otra vez el recurso a la violencia se impone.