El mundo occidental está construido sobre el principio de “juego de suma positiva”: en cada transacción todo el mundo debe ganar algo, aunque sea posible que unos ganen más que otros. Los rusos practican el “juego de suma negativa”. Incluso si sufren, están contentos si sufren menos que los otros”
Lord David Owen, político y psicólogo inglés, identificó un “síndrome de hybris” que afecta a muchos líderes políticos. “Hybris” en griego clásico significa una desmedida arrogancia que lleva a sobrepasar los límites impuestos por la naturaleza o por los dioses.
La guerra de Ucrania refuerza mi convicción de que el cerebro humano puede sufrir regresiones. Toda su arquitectura parece dirigida a aprovechar el impulso pasional para dirigirlo a metas inteligentes.
Una de las características de la inteligencia humana es su capacidad de anticipar el futuro. Tomamos decisiones pensando en el porvenir, a sabiendas de que no lo conocemos.
He acabado de redactar la monografía sobre la historia del miedo, mientras sucede la guerra de Ucrania y leo estudios acerca de la novedad del tiempo en que vivimos, y de la imposibilidad de gestionar tanta complejidad. No puedo dejar de pensar que los cambios tecnológicos, económicos y sociales se dan como variaciones de unos “guiones emocionales” implacables.
El que a estas alturas de la historia pueda preocuparnos la posibilidad de una III guerra mundial es el reconocimiento de un terrible fracaso de la inteligencia. Los colapsos éticos siempre nos llevan a la atrocidad.
En Biografía de la inhumanidad, tras estudiar los colapsos atroces que periódicamente experimenta la humanidad, me pregunté si nuestro progreso ético es un mero barniz que desaparece cuando las circunstancias alcanzan determinados niveles de dureza.