En Historia universal de las soluciones. En busca del talento político, José Antonio Marina escribe un libro más necesario y oportuno que nunca para un tiempo convulso y desordenado, donde esta lectura puede convertirse en una brújula. Como bien lo define su autor, «este es, pues, un libro sobre política, pero no sobre esa política agitada que lucha por el poder, sino sobre la Gran Política, empeñada en la felicidad de esos seres vulnerables y agresivos, admirables y peligrosos, que constituimos la especie humana» (pág. 11).

Así, Marina nos propone y nos invita a la creación de una Academia del Talento Político (en adelante, la Academia) en la que encontrar respuestas y soluciones al mundo de hoy en día que, en los temas esenciales, no es muy diferente al de antes.

 

 

 

 

El hombre, como lo llamó Aristóteles, es un sapiens zoom politikon, ­­­­«animal político», rodeado de problemas. Ya Popper dijo que «la vida consistía en resolver problemas» pero también, hemos de añadir, la vida consiste en la búsqueda constante de soluciones para poder vivir, o para vivir mejor, y que tiene la felicidad como horizonte y como objetivo final. Porque, como apunta José Antonio Marina, «la Gran Política incluye la ética, es decir, la que se preocupa de la felicidad pública y personal» (pág. 42). Y nos recuerda: «La materia inerte no tiene problemas, porque no tiene necesidades ni deseos ni aspiraciones. Los astros, las montañas, los mares no se mueven con ningún propósito. Son meros resultados de fuerzas en acción. Pero con la vida aparece un dinamismo que necesita actuar para conservarse. Ha de mantener la homeostasis, adaptarse al entorno, librarse de los enemigos, reproducirse» (págs. 24-25).

Y es este ser humano encargado de actuar, un ser humano donde se deben dar varias características para formar parte de la heurística: la actividad, en la que sea cual sea el problema, hay una firme decisión de enfrentarse; el sentimiento de la propia eficacia, la valentía, como lo contrario al miedo que nos paraliza y altera la percepción de la realidad y, finalmente, la perseverancia (pág. 54-58).

 

 

 

 

La obra de Marina es como un caleidoscopio formado por muchas imágenes que va mostrándonos el pensamiento y la visión de muchos de los autores y pensadores más influyentes de la historia. Son olas constantes que nos traen el pensamiento de Gabriel García Márquez, de Paul Valéry, de E.H. Gombrich, Picasso o Popper, entre otros muchos. Todos ellos nos llevan a vislumbrar cómo entendieron los problemas y cómo lucharon por las soluciones.

Marina, en la Academia, elabora la idea de la necesidad de un curso introductorio sobre la Ciencia de las Soluciones. Un curso formado por tres partes: la identificación crítica de los problemas, un paso esencial y difícil, porque lo que unos ven un problema, otros lo ven una solución; la búsqueda de soluciones, donde muchas veces éstas se encuentran entre las ya utilizadas y solo tenemos que recuperarlas; y, finalmente, la evaluación de las soluciones, el análisis que nos permitiera estar seguros de que no hay solución mejor y que no hemos escogido una posibilidad que nos permita avanzar, sin más (pág. 27-34).

 

 

 

 

Pero esta obra no se olvida de grandes problemas y de cómo encontrar soluciones. De este modo, la guerra y la paz, como axiomas recurrentes, pero siempre de actualidad, o el tema catalán, también forman parte del ensayo y, junto a ellos, los ocho problemas que el autor ha identificado a partir de las diferentes culturas.

Seguramente uno de los grandes méritos de este trabajo, sea ver, con este repaso a la historia de las soluciones, la enorme voluntad del ser humano, su capacidad de conseguir mucho donde se esperaba poco de él. Un sentido optimista resalta en este libro: el de creer más en el ser humano y en su voluntad y capacidad. Decía Charles Dickens que «el hombre nunca sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta», y este libro contiene mucho del valor y el talento del hombre.