José Antonio Marina: «La ideología es un fracaso de la inteligencia porque altera el juicio objetivo»

Cristina Núñez

Cáceres

Domingo, 28 de mayo de 2023

El catedrático de Filosofía y escritor presenta su último libro ‘El deseo interminable’ el próximo martes en el aula de Cultura HOY, en el chalé de los Málaga, sede de Cajalmendralejo

Hoy se están celebrando elecciones municipales y autonómicas. ¿Ve desafección entre los votantes a la política, se confía actualmente en los políticos?

Desde hace años se ve en los países democráticos un desinterés por la política que se manifiesta en los altos índices de abstención. Ya en el año 2000 en la Cumbre de Lisboa se habló del desinterés por la política de la gente joven, y esa fue una de las razones de que se propusiera introducir en la enseñanza una asignatura llamada Educación para la Ciudadanía para mostrar la importancia de la política y de la participación del ciudadano en ella.

El desinterés por la política, sin embargo, no es total. Periódicamente hay movimientos de indignación o reivindicaciones que movilizan a los ciudadanos. En España, por ejemplo, el movimiento 15M, surgido en 2011, o las manifestaciones independentistas; en otros países, las movilizaciones de protesta, como los gillets jaunes. También cuando los ciudadanos están muy polarizados aumenta el interés por la política. Pero creo que si solo se manifiesta en situaciones de malestar o de polarización se está reconociendo que el sistema solo funciona si se lo presiona. Y esto no es bueno.

Me preocupa que en países democráticos cunda un cierto desengaño hacia la democracia liberal y que estén en auge las democracias no liberales, autoritarias. Empieza pensarse que tal vez la libertad sea menos importante que la eficacia. Este es el mensaje que nos viene de China y hay que tomárselo en serio

Ha sido una campaña con pocos farolillos en la que se ha hablado más de lo nacional que de lo y una parte se desarrolla en las redes. ¿Hay riesgo de que el mundo virtual sustituya al real?

Más que el mundo virtual me preocupa el papel de las redes sociales, la proliferación de las fake news, el poder de la industria de la persuasión, y el hundimiento del pensamiento crítico. El hecho, comprobado por investigaciones rigurosas, de que reconocer que un político ha mentido no altera la intención de voto (se vio claramente con Trump) es una muestra de que la ideología es un fracaso de la inteligencia, porque altera el juicio objetivo

¿Compromete la Inteligencia Artificial el pensamiento crítico?

Sin duda, pero conviene saber por qué. La Inteligencia Artificial es un gigantesco logro de la inteligencia humana. Su gran peligro es su eficacia, porque por comodidad podemos encargarla de tomar nuestras decisiones. En la educación empieza a escucharse un mantra de perezosos: “¿Para qué lo voy a aprender si lo puedo encontrar?” Pues te lo voy a decir: Para comprender lo que usas, para saber si es verdad o mentira, para evitar que te engañen.

El pensamiento crítico es exigente, hay que trabajarlo. Y veo una enorme pasividad. Vivimos democracias crédulas en las que nos creemos todo. Estamos perdiendo la capacidad de leer textos largos, y eso es grave porque los argumentos son largos, mientras que las consignas y los eslóganes son cortos. Temo que caigamos en una “servidumbre voluntaria” por comodidad, como han alertado Harari y Fukuyama.

 En su último libro aborda cómo las esperanzas y los deseos, lo emocional, han marcado el rumbo de la historia, lo llama psicohistoria. ¿Cuál es la emoción que manda en este primer cuarto del siglo XXI a su parecer?

Las emociones se dan simultáneamente y aparecen en diferentes entornos, personales, familiares, laborales, políticos. Las crisis económicas que hemos sufrido, junto a la pandemia, han intensificado los miedos. La incertidumbre hacia el futuro ha provocado una cierta desesperanza que se compensa con un aferrarse a disfrutar del presente sin esperar demasiado del porvenir. Por último, me llama la atención la explosión de los sentimientos identitarios, el auge de las emociones de la tribu.

 En su obra aborda el concepto de felicidad a través de muchos pensadores y momentos de la historia. ¿Prima en estos momentos la búsqueda de la felicidad individual sobre la colectiva?

En estos momentos, cuando se habla de felicidad se habla de felicidad subjetiva, individual. Lo que he intentado mostrar en El deseo interminable es que uno de los logros de nuestra evolución cultural ha consistido en darnos cuenta de que la búsqueda de esa felicidad privada nos impulsa a buscar la “publica felicidad” que decían los ilustrados. La búsqueda de la justicia está impulsada por nuestro afán de ser personalmente felices. Olvidarlo nos encierra en una idea de felicidad solitaria y egocéntrica. La cantidad de gente que vive voluntariamente sola, o que se publicite la masturbación como modo de buscar el placer sexual sin contar con nadie, me parecen relevantes.

En algunos programas de algunos políticos se plantea, como medida principal, la bajada de los impuestos. ¿Cree que es posible tener estados fuertes y rebajando los impuestos?

Creo que el Estado social y de derecho es un gran invento político, pero es caro. Hay ideologías como la ultraliberal que rechazan la idea de justicia social y piensan que el mercado soluciona los problemas sociales. Creo que se equivocan. Hay otros partidos políticos que admiten que el Estado debe gastar en fines sociales, pero piensan que la bajada de impuestos es compatible con la subida de la recaudación. Es la famosa curva de Laffer, sobre la que los economistas no acaban de ponerse de acuerdo. Es posible que funcione hasta un cierto punto y a partir de él deje de funcionar. La solución que propongo es la de un “Estado promotor” que se encargue de utilizar el gasto para estimular la productividad de la sociedad civil, mejore el empleo y permita recaudar mas y cumplir los deberes sociales. Es impulsar una espiral ascendente y creadora.

 Viene usted a Extremadura, un lugar en el que la autoestima no está muy alta como sociedad. ¿Qué cree que le faltan a estos lugares periféricos?

Son territorios que han sido olvidados durante siglos, y en los que es necesario establecer una regeneración acelerada para recuperar el tiempo perdido. Me interesa mucho la historia económica y social de Extremadura porque nos permite comprender la dinámica histórica y el modo de bloquear (y espero que de acelerar también el progreso). Necesitamos aumentar el talento de los pueblos, las ciudades, las comunidades. El talento constituye hoy la riqueza de las naciones.

¿Qué le parece la corriente de autoayuda tan en boga en estos días? Usted ha dicho que la felicidad está manoseada.

El éxito de los libros de autoayuda no depende de su eficacia (muy poca gente los utiliza) sino de que animan al insistir en que la gente podría resolver sus problemas o cambiar. Son expendedores de esperanzas mas que de realidades.

 Aborda también en su libro el tema de la obediencia. ¿Ve a la juventud actual más obediente que la de los años 60 u 80?

Estamos provocando una ilusión de rebeldía superficial compatible con una sumisión profunda. Por ejemplo, las modas son muy variadas, y parecen libres, pero la necesidad de seguir la moda es muy fuerte y esclaviza. Lo mismo sucede con los teléfonos móviles: amplían nuestras posibilidades de comunicación, pero nos hacen dependientes de él.

 Se ha ocupado de estudiar la educación. Ha dicho que la educación tiene cuatro patas: conciencia de los deberes, conciencia de los derechos, valoración de la libertad y de la obediencia. ¿Se cumplen actualmente estas cuatro patas? ¿Cuáles faltan?  

No. Seguimos sin integrarlas. Mi generación se educó con una idea muy clara de los deberes, y con un sentimiento de obediencia a las normas. En este momento, en cambio, priman la conciencia de los derechos y el afán de libertad. Los dos eran modelos cojos.