La Constitución, chivo expiatorio
Procedente de un antiguo ritual judío, “chivo expiatorio” se utiliza para designar la persona o institución a al que se hace responsable de los pecados de todos. Muchos están usando de esa manera la Constitución española. Le acusan de fallos que no dependen de ella sino del modo como políticos y ciudadanos la hemos utilizado. ¡Hay que reformar la Constitución! significa: Es la culpable de todo lo malo que nos pasa, y cambiarla es la solución. Es el ensalmo salvador. Enfocado así, lo más sensato es oponerse al cambio constitucional, porque se basa en una creencia falsa y en un sistemas de excusas. ¡Yo no he sido!¡Ha sido la Constitución! Aunque de un Sinaí político descendiera una Constitución perfecta, nada cambiaría mientras no cambiaran quienes tienen que ponerla en práctica. Nuestra Constitución proporciona herramientas para que los españoles podamos resolver los problemas fundamentales que afectan al bienestar y a la justicia. Las presiones más fuertes para la reforma vienen de problemas secundarios: los temas territoriales o de forma de Estado. De nuevo excusas. ¿Alguien cree que el bienestar profundo de los españoles depende de ellos? Vamos a aprovechar las posibilidades de la Constitución, antes de castigar al chivo expiatorio.
cuando se adora el «becerro del poder» viene viene bien echar balones fuera, o lo que es lo mismo, buscarse chivos expiatorios, es una añagaza psicológica muy de andar por casa.
Nos sentimos mejores personas, cuando proyectamos fuera nuestra carga. La envidia y la soberbia, crean un atractor psicológico de culpabilidad, y nuestra mente, proyecta su sentimiento de culpabilidad, en un culpable externo, así aliviamos nuestro tensión interior.
El problema es asumir las creencias sobre nosotros mismos, no sólo somos seres altruistas, sino también egoistas, y que vamos a los nuestro.