Tesis para un debate sobre el conflicto catalán (4ª entrega)
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Cuarta entrega: EL MUNDO, 25 de noviembre de 2018
El debate. Continúo “argumentando por entregas” sobre Cataluña. Tercera tesis: En el conflicto catalán se enfrentan tres derechos legítimos: el de los catalanes que quieren independizarse, el de los catalanes que no quieren independizarse, y el del resto de españoles afectados por esta cuestión. Los dos primeros derivan de la libertad de asociación del que procede el “poder constituyente”, (derecho a darse una constitución), que no se especificó en la Declaración de Derechos Humanos porque partía de un mundo constituido ya en naciones. El tercero es diferente. Deriva del derecho de todo ciudadano a participar en las decisiones políticas que afectan a su vida. En el caso catalán es un “derecho histórico” de los españoles, es decir, que deriva de compromisos, contratos, pactos previos. Adquiere su última fundamentación en la Constitución votada legalmente por todos en 1978. Pregunta esencial: ¿de dónde vienen esos derechos? Los derechos se han ido creando para resolver los problemas de la convivencia. Posteriormente, se les ha buscado justificaciones tranquilizadoras e insuficientes: Dios, el legislador, la naturaleza, la voluntad popular, etc. La única convincente: los “derechos humanos” son la mejor solución que se nos ha ocurrido hasta ahora para defender la dignidad humana.
Estoy fascinado con un autor que para mí era desconocido hasta hace poco: Tomás Pérez Vejo. «Nación, identidad nacional y otros mitos nacionalistas» debería ser de obligada lectura. ¡Y tiene casi treinta años!
El problema es aceptar el nacionalismo como fuente de derecho. El nacionalismo es sólo una opción política más, no LA única opción política aceptable. Y si nos atenemos a la historia, es una opción política que se basa en la sinrazón, en la xenofobica y que conduce casi inevitablemente a la guerra.
Desgraciadamente, la propia ONU considera el vago e impreciso concepto de «nación» como fuente de derecho válido para la creación de un estado.
O cambiamos este tipo de ideas poco racionales, no poco podemos hacer. El «conflicto» catalán (yo lo soy, aunque no de nacimiento vivo aquí) nunca se va a solucionar de manera pacífica y racional desde una óptica nacionalista. Ese es el verdadero debate, pero del que nadie habla ni nadie propone.